
Numerosas poblaciones del mundo se caracterizan por su longevidad. Tal es el caso de la isla de Okinawa, Japón, en donde el promedio de vida es muy elevado y muchos de sus pobladores alcanzan los 100 a 110 años en perfectas condiciones de salud y con muy bajas tasas de enfermedad.
Los epidemiólogos han descubierto que las causas de esta longevidad no están sólo ligadas a factores genéticos, de raza o culturales. De hecho, se constató que cuando personas de sociedades longevas se trasladaban a Occidente, empezaban a desarrollar cánceres y otras enfermedades y morían a la misma edad que el promedio de estas sociedades que las acogía.
Por el contrario, personas que se trasladaban desde grandes centros urbanos a asentamientos de poblaciones longevas lograban una sensible mejora en sus hábitos de vida, lo que derivaba en menores índices de enfermedad y la consecuente prolongación de su subsistencia.
Entonces, si bien existe un innegable componente genético en la longevidad, los hábitos y el entorno de la persona terminan por ser trascendentales para su calidad de vida y mayor extensión de la misma de manera saludable.
Sobre estos conceptos se basa el programa de extensión de la expectativa de vida que presentó Sanatorio Diquecito y que "constituye la primera experiencia médica de este tipo puesta en marcha en la Argentina", según explicaron, aunque aclararon que, a nivel mundial, la medicina antiedad es motivo de investigación desde hace algunos años.
Sin milagros. En conferencia de prensa, el especialista Carlos Castells detalló el programa de Diquecito con estas palabras: "No hablamos de una pastilla milagrosa ni de un medicamento mágico, sino de un conjunto de prácticas que, sumadas a complementos externos, lograrán extender la cantidad de años y la calidad de vida del ser humano. En otras palabras, no se trata sólo de una acción médica puntual sino de un programa integral en el que influyen en simultáneo factores tales como el entorno, los hábitos de vida y la incorporación de nutracéuticos (ciertas sustancias derivadas de los alimentos) o antioxidantes cuyas propiedades son probadamente beneficiosas para el organismo humano".
El experto agregó que "a diferencia de otras prácticas sustentadas en la ingesta de drogas, fármacos u hormonas, o en terapias alternativas, este programa no se limita al mero suministro de antídotos para frenar el proceso de envejecimiento del paciente, sino que establece un tratamiento médico integral que combina factores tales como el entorno, los hábitos de vida y la incorporación de ciertas sustancias naturales combinadas en fórmulas específicas y patentadas, cuyas propiedades son beneficiosas para el organismo humano. Así, el éxito del programa depende de una valoración inicial en profundidad por parte de los profesionales médicos de la institución, con el objetivo de establecer conjuntamente los objetivos deseados, aplicar el programa que más se ajuste a la situación personal de cada persona, y medir posteriormente el grado de avances logrados durante el proceso".
Una semana y un año. El programa propone un período inicial de una semana con internación en el sanatorio donde se hace el diagnóstico y el programa a seguir durante un año en forma ambulatoria, con el sostén de fórmulas nutracéuticas propias.
"El paciente puede regresar a la institución cada determinada cantidad de meses con el objetivo de revisar con el equipo médico el avance de las metas planteadas, y de aplicar eventuales ajustes para mejores resultados", explicó Castells.
Por ahora, el programa no es para todos ni tiene cobertura de obras sociales o prepagas, ya que en su versión actual tiene un costo de nada menos que 4.500 dólares.




