jueves, 3 de septiembre de 2009

Si un amigo engorda, uno corre riesgo de subir también de peso

¿Es verdad que el sobrepeso y la obesidad son "socialmente" contagiosos? Una investigación realizada por especialistas de las universidades de Harvard y California (Estados Unidos), concluyó que la obesidad (como así también la delgadez) es un fenómeno socialmente contagioso. En otras palabras, se comprobó que si un amigo o familiar cercano engorda, son muy altas las posibilidades de que uno también suba de peso.
El estudio se realizó sobre una red social de 12.067 participantes, observándose un total de 38.611 personas vinculadas familiar o socialmente a estas, durante 32 años (1971 a 2003).
Se concluyó que los amigos en primer lugar y luego los hermanos del mismo sexo tienen una influencia mayor sobre la ganancia de peso en comparación al cónyuge o a los vecinos.
Los investigadores adjudican estos descubrimientos a que las personas que pasan mucho tiempo juntas tienden a tener hábitos alimentarios y de ejercicio similares. Pero además, a que el hecho de tener parientes o amigos obesos cambia la concepción de lo que es un peso saludable.
Sobre este estudio, Josefina Corzo , jefa de la División Nutrición del Siprosa, dijo que se trata de una investigación muy específica: se investigó sólo el aspecto social de la obesidad. "Hay aspectos con los que coincido porque los modelos familiares y sociales tienen incidencia en la conducta, pero no son los únicos factores intervinientes", advirtió la especialista.
Además del aspecto social Corzo recordó que también inciden los aspectos biológico y genético. Los hábitos también tienen que ver con la cultura, con las tradiciones y con las posibilidades de acceder a los alimentos por cuestiones económicas y geográficas. "Los hábitos alimentarios son una conjunción de muchos aspectos, incluido el psicológico", recordó.
La opinión de la nutricionista Alicia Sosa no difirió de la de Corzo y advirtió que la obesidad no es hereditaria. Explicó que hay una predisposición genética: una madre y un padre obeso tendrán un importante porcentaje de hijos obesos, ya que para este tipo de familia la preparación de los alimentos y la comida brindan una gratificación importante. Más aún cuando la madre es la obesa. "La obesidad es una enfermedad y no un problema estético, y debe ser tratarla como tal", enfatizó Sosa.

Polémica
Las conclusiones de la investigación generaron gran polémica a nivel mundial, especialmente entre obesos, quienes calificaron al estudio de poco serio, infame y discriminatorio.
"Estas reacciones se justifican porque creemos que las conclusiones fueron planteadas de forma incorrecta ya que la obesidad -en sí misma- no es contagiosa, aunque sí la adquisición de hábitos que favorecen el sobrepeso y la obesidad; por eso hablamos de 'obesidad socialmente contagiosa", expresó Rubén Salcedo, director médico del Sanatorio Diquecito, de Córdoba. Los individuos -acotó- tienden a imitar la conducta de quienes lo rodean. Con sus conceptos coincidieron su par Mauro Cusatti y Susana Aranda, integrantes del equipo de especialistas en el tema.

Recomendaciones
El contagio social de la obesidad se da justamente por malos hábitos que se instalan como costumbres en la sociedad, como por ejemplo la comida rápida y las hipercalóricas en general. Lo peligroso es pensar que estos hábitos son normales porque muchos lo hacen. En opinión de todos los especialistas, el hecho de que muchos lo hagan no significa que sea lo mejor . Ningunas persona debe adquirir esos malos hábitos, y para ello la mejor forma de hacerlo es:
1) Fortalecer la propia determinación: entender que los malos hábitos alimentarios, incluidos los familiares, dañan la salud. Hay que fortalecer la propia determinación de elegir alimento correcto.
2) Tomar decisiones en forma independiente: al ser conscientes de que el entorno social y cultural condiciona pero no ayuda, hay que tomar decisiones en forma independiente de las presiones socioculturales
3) Planificación personal: es necesario plantearse de antemano la conducta a seguir en una determinada situación o reunión social, eligiendo por ejemplo qué comer y beber, y ensayar respuestas cordiales para rechazar las presiones de comer un poquito más.