martes, 7 de julio de 2009

Riesgos de tatuarse la piel


Durante siglos, la práctica de tatuarse la piel ha sido considerada propia de clases marginales en países influenciados por la cultura occidental y cristiana.

Hoy asistimos a un franco cambio. Se puede afirmar que el tatuarse ya no es una costumbre de las clases marginales. Por el contrario, algo casi corriente en adolescentes y jóvenes de clase media y alta, lo que provocó la proliferación de locales y personas que se dedican a esta actividad. Cabe preguntarse si tatuadores y tatuados saben que esta práctica puede ocasionar enfermedades tanto sistémicas como cutáneas. En Córdoba existe una ordenanza municipal (la 10.962) que regula la realización de tatuajes y piercing.

No se conocen estadísticas precisas sobre la incidencia y/o prevalencia de estas enfermedades en la población general y los pocos existentes se refieren a comunidades cerradas, como colegios, institutos o cárceles. No obstante, debe informarse a la población general (y en especial a quienes piensan hacerse un tatuaje) que esta práctica los hace susceptibles de padecer enfermedades infectocontagiosas por bacterias y/o virus presentes en instrumental contaminado (sífilis, sida, hepatitis B y C, tétanos) o en la piel que no fue sometida a una correcta antisepsia (higiene) previa al acto de tatuarse (piodermitis, verrugas vulgares, molusco contagioso, herpes). Pero, aun cuando la práctica haya sido efectuada en condiciones de asepsia quirúrgica, muchas enfermedades de la piel no infectocontagiosas pueden ser desencadenadas, puestas de manifiesto o agravadas por el trauma de la aguja o los pigmentos, como psoriasis, reacciones liquenoides, sarcoidosis, queloides, granulomas, dermatitis de contacto, etcétera.

Por lo tanto, es recomendable que quienes quieran un tatuaje consulten antes a un servicio de dermatología, para que se los asesore respecto a los riesgos.