martes, 21 de julio de 2009

La importancia de alcanzar un buen "pico de masa ósea"

Durante la infancia y adolescencia el aporte de calcio es fundamental para la formación del hueso, que experimenta un gran cambio desde el nacimiento hasta la fase final de crecimiento, que se sitúa sobre los 18- 20 años.

Pero un aporte adecuado de calcio no sólo es importante para la formación y crecimiento del hueso, sino para la calidad de dicho hueso.

Hasta los 30-35 años la absorción de calcio es mayor que la pérdida, por lo que es en este momento cuando existe un máximo de masa ósea, alcanzándose el llamado "pico de masa ósea".

La calidad del hueso conseguida en este momento es fundamental para prevenir riesgos posteriores, ya que en este momento se estabiliza y a los 40-45 años la masa ósea comienza a disminuir progresivamente.

No sólo la resorción ósea es mayor (se pierde calcio del hueso con más rapidez de la que se repone) sino que disminuye la capacidad de absorción de calcio y vitamina D a nivel intestinal.

En las mujeres esta pérdida se acelera durante la menopausia, de modo que pierden un 30% de su masa ósea hasta los 80 años. Los hombres en esta misma etapa registran una pérdida del 20%.

Por ello es fundamental haber atesorado calcio durante la infancia y adolescencia y hasta los 35 años y, a partir de entonces, momento en el que contaremos con nuestra reserva definitiva de calcio, hemos de intentar mantenerla con un aporte regular de calcio para minimizar las perdidas óseas.

Es importante por ello transmitir a nuestros hijos la necesidad de incluir la leche y sus derivados en la alimentación diaria como principal medio para conseguir una óptima calidad en nuestros huesos y dientes.

A partir de los 50 años, y dado que las pérdidas de masa ósea se aceleran, hemos de procurar mantener el aporte cálcico para minimizar la pérdida fisiológica de calcio que experimentan nuestros huesos.

Con ello tenemos en nuestra mano la posibilidad de prevenir futuras carencias de calcio que deriven en osteoporosis, una enfermedad dolorosa e invalidante que tiene una sencilla prevención: mimar la reserva de calcio de nuestros huesos a lo largo de toda nuestra vida.