
Los escolares chilenos con sobrepeso y obesidad ya muestran signos de aterosclerosis o engrosamiento de sus arterias, una alteración que solía diagnosticarse sólo en adultos y que es un antecedente de accidentes cerebrovasculares e infartos, según una investigación realizada por la Universidad Católica. La forma para revertir el problema, advierten, es modificar hábitos de alimentación y actividad física en la población infantil.
El estudio consistió en la evaluación de medidas antropométricas -talla, peso, circunferencia de cintura, presión arterial, exámenes de sangre- de 209 niños de 9 a 13 años, y de ambos sexos, de Santiago. La mitad de ellos tenía un peso normal, mientras que el 18% presentaba sobrepeso y el 29% eran obesos.
Tras las mediciones, se diagnosticó que el 5% del grupo total y el 18% de aquellos con sobrepeso tenían síndrome metabólico, un conjunto de factores de riesgo cardiovascular y del desarrollo de diabetes, como obesidad abdominal, hipertensión y colesterol alto. La prevalencia de síndrome metabólico en la población adulta chilena es de 22,6%.
Mientras mayor peso tenía el niño, más factores de riesgo tenía asociados (ver infografía). Por ejemplo: entre los niños que no presentaban factores de riesgo, ninguno era obeso; en cambio, entre los que tenían dos o más factores, el 67% tenía obesidad.
"Al acumular factores de riesgo cardiovascular comienzan a tener arterias carótidas de mayor grosor, uno de los signos precoces del inicio de la placa aterosclerótica en la vida adulta y que es un fenómeno subyacente en todas las muertes por causa cardiovascular", explica la doctora Salesa Barja, nutrióloga infantil y una de las autoras del estudio publicado en la Revista Médica de Chile.
Por medio de una ecografía se observó la pared interior de las arterias carótidas y se pudo observar un engrosamiento de ésta. "Es la primera vez en el país que podemos identificar alteraciones de este tipo en niños a nivel preclínico, es decir antes de que suceda algún evento", precisa la doctora Pilar Arnaiz, cardióloga pediatra y miembro del equipo de investigación.
"Eso significa que ya empezó la aterosclerosis, y como es progresiva, eso puede desencadenar a mediano plazo algún evento cardiovascular cuando estos niños tengan 30 o 35 años", advierte la especialista.
Si se considera que el 34% de los escolares chilenos de primer año básico presenta exceso de peso, la magnitud del problema en los próximos años puede ser aun mayor.
Por ello, las especialistas enfatizan en la necesidad de intervenir con políticas a nivel nacional para modificar hábitos en los escolares y sus familias.
"En el caso de los niños, si logran corregir los factores de riesgo, a través de dietas equilibradas y ejercicio, la alteración vascular puede revertirse y mejorar el pronóstico a futuro, algo que no siempre se consigue en adultos. Pero lo difícil es cambiar los hábitos", precisa la doctora Arnaiz.




