
El dominio de sí mismo comienza al producirse la iniciativa personal de contenerse, abstenerse, controlarse, es decir, cuando en el individuo no actúa otra fuerza que la de su propio juicio, su propia voluntad y reflexión.
Esta iniciativa personal nace de una necesidad relacionada con circunstancias personales, experiencias previas y u hecho particular que lleva al individuo a dirigir su pensamiento y su voluntad hacia un objetivo previamente fijado, hacia el manejo de ciertas facultades, hacia la modificación de pautas mentales, del carácter, o la superación de todo impulso que atente contra su integridad.
La conducta humana no es solamente una respuesta a un estímulo, sin un esfuerzo dirigido hacia una meta. Los estímulos nos guían hacia la meta y determinan los medios para alcanzarla; pero la búsqueda de esa meta es lo que da unidad y significado a la conducta.
El grado de iniciativa personal y el deseo dirigido hacia una meta, no es mas que lo que llamamos líbido.
La líbido, como energía vital, puede ser dirigida hacia objetos o personas, hacia el propio individuo o alimentar actividades intelectuales, artísticas y espirituales.
Desde la observación grafológica, la líbido se centra en la presión, velocidad, dirección, dimensión, abreacción y la continuidad del trazo, como así también en la zona inferior del renglón, lo cual variará de acuerdo al temperamento constitutivo de cada individuo.
En forma general, se puede decir que una líbido correctamente canalizada, tendrá un trazado bien alimentado, homogéneo en su recorrido y equilibrado entre sus tendencias extra e intro, según su dominio. Para ello se observarán los aspectos armónicos del grafismo, predominio del orden, presión, dimensión, ritmo, formas agradables y claras, la dinámica y libertad de la escritura. Se observará el tono vital que transmite la escritura mas allá de estos aspectos, es decir, el estado de ánimo y cuánto de vida hay en ella.
Así se verá de qué manera y hacia donde es dirigida la líbido, si esto resulta positivo para el individuo, y cuánto control se tiene sobre esta, pues los problemas emocionales y los trastornos psicológicos, generan un bloqueo de la líbido y de las tendencias, que se verán en el escrito como alteraciones en los aspectos antes mencionados.
Veremos que cada alteración, o conjunto de ellas, será característica de las tendencias propias de la persona.
Esta “energía”, este “deseo de...”, se puede reencausar, para que obre con ardor y perseverancia en el individuo que desee conocer, descubrir, discernir y orientar lúcida y útilmente sus potencialidades personales.




